EL DOCUMENTO
Cuando estamos enfrascados en una investigación consultamos multitud de documentos. Normalmente son fríos papeles redactados en una oficina de un Estado Mayor en base a un requerimiento del frente. Pero esos documentos, muchas veces, encierran nombres o circunstancias que dejan entrever el drama que arrastra una guerra.

Archivo Nacional de Euskadi. IRARGI
El documento que nos ocupa participa de ambas premisas: nos informa de una penosa situación en la que se encuentran los milicianos y, por otra parte, nos suministra una serie de nombres que en el devenir de la contienda sufrieron las consecuencias de la misma de diferente manera. En este caso aparecen los nombres de Fidel Fervenza, que expone el problema relativo a las lamentables condiciones de habitabilidad de los alojamientos asignados a su batallón; la firma de José Luis Arenillas, como Inspector General de Sanidad y, por último, el conocimiento de Tomás Mendicoa como Comandante – Jefe de Sanidad de la 1ª División Vasca. Tres nombres, tres destinos trágicos.
EL CONTEXTO
El escrito está fechado el día 16 de Mayo de 1937 en Maruri, en aquella época un pequeño núcleo de la Bizkaia rural, donde la guerra se empezó a sentir desde el día 8 de mayo, cuando por sus calles aparecieron los primeros combatientes, dispuestos a asegurar una nueva línea de defensa ante la previsible caída del monte Sollube. El batallón que refiere las lastimosas condiciones en las que se encuentra es el 122, perteneciente a la 2ª Brigada de Santander. Esta brigada, junto con la 1ª de Santander, había llegado a Bizkaia a finales de Abril como apoyo a las tropas del ejército de Euzkadi que, en esas fechas, se encontraba batiéndose contra las tropas franquistas. Las dos Brigadas santanderinas fueron posicionadas en la zona de Sollube y alrededores en los cruentos combates que tuvieron lugar en dicho monte para, una vez finalizados estos, pasar a la defensa del monte Jata y valle de Butrón.

Fotografía en: https://lasmerindadesenlamemoria.
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Asignadas a la 1ª División Vasca, cuya jefatura ostentaba Ricardo Gómez, el día 16 de Mayo reciben la orden de ocupar posiciones en los combates que, desde el día 13, se están desarrollando en la zona. La 1ª Brigada será asignada a la defensa del cordal del monte Gondramendi, junto a Mungia, y la 2ª lo hará en el Jata, en cuyas faldas se asienta Maruri.
El 19, ambas brigadas, ahora integradas en la 5ª división de Pablo Beldarrain, fueron arrolladas por las fuerzas italianas de Flechas Negras en Jata y por la Agrupación XXIII de Marzo en Gondramendi. Para descargo de las fuerzas santanderinas debemos decir que el relevo en ambos lugares se desarrolló de forma apresurada, efectuándose el cambio en algunos casos prácticamente la misma madrugada de los combates.
Tras la derrota fueron ubicados en la zona de Butrón: la 1ª en la franja Gatika – Mungia y la 2ª entre Maruri y Lemoiz. A primeros de Junio son enviados a la zona de las Encartaciones donde son encuadrados en la División de Enlace. Tras combatir en suelo bizkaino, sus batallones corrieron diversa suerte, algunos combatieron en suelo cántabro y asturiano, mientras otros, al poco tiempo fueron disueltos o integrados en otras unidades.
LOS PROTAGONISTAS
FIDEL FERVENZA FERNÁNDEZ (1892 – 1941)
Es el comisario político del batallón 122. Este batallón estaba formado por militantes y gente afín a las tesis libertarias de la CNT-FAI de Santander. Esta unidad se formó en Noviembre de 1936 con dos batallones anarquistas denominados “Libertad”. Agregados a la 12ª Brigada Mixta, lucharan en suelo cántabro para, en febrero de 1937, ser enviados a Asturias donde combatirán en la ofensiva sobre Oviedo. Una vez en Bizkaia, como se ha comentado arriba, se unieron a la 2ª Brigada de Santander, junto a los batallones 101 y 102.
Fidel Fervenza se adhirió a las tesis anarquistas desde muy joven. Siempre creyó que el sindicato debía conformar la base de la sociedad. De todas formas nunca fue amigo del uso de la violencia. De hecho era seguidor de las tesis de Ángel Pestaña (representante del ala moderada de la CNT).
Junto a su hermano Francisco(1), comandante de la Brigada y al que inculcó sus ideas, combatió en suelo cántabro, asturiano y bizkaino. Con la caída de Bizkaia continuó luchando en Cantabria hasta la caída de Santander, donde su unidad quedó prácticamente disuelta.
Desde Santander consigue huir a Francia junto a sus hermanas Carmen, Emilia y Sagrario, y su cuñado Emilio Oller, compañero de Sagrario. Residiendo en Francia, son detenidos por los alemanes que devuelven a España a sus hermanas. Sin embargo, Fidel, junto con su cuñado, es trasladado al campo de concentración de Mauthausen, donde debido a las penosas condiciones en las que se hallaba internado fallecería el 15 de febrero de 1941. El documento finaliza con el lema “Salud y triunfo”, desgraciadamente para Fidel no hubo ni una cosa ni la otra.
JOSE LUIS ARENILLAS OJINAGA (1904 – 1937)
El compromiso político de Arenillas le viene de muy joven. Era médico de la cofradía de pescadores de Bilbao. Desde Izquierda Comunista pasó en 1935 a pertenecer al POUM, de ideas trotskistas, del que fue miembro en su Comité Central. Al igual que sucedía con otros dirigentes comunistas de aquellos años, caso del consejero de transportes del gabinete de Aguirre, Juan Astigarrabia, vinculado al PC de Euzkadi, reconocía la existencia de una nacionalidad vasca, tratando de buscar un equilibrio entre las tesis comunistas y la cuestión nacional vasca, como lo reflejó en varios de sus trabajos escritos.
Cuando estalló la sublevación no dudó en incorporarse a las primeras columnas de milicianos que, partiendo de la capital bizkaina, se dirigían hacia la muga con Gipuzkoa. Su profesión médica le llevo a trabajar en hospitales como Urkiola, Ubidea y Otxandiano. Parece que sus dotes como médico y organizador fueron apreciados por el recién constituido Gobierno Vasco, que le nombra Inspector General de Sanidad. Poco antes de la caída de Bilbao, el 19 de junio de 1937, el lendakari Aguirre le designa Jefe de Sanidad. El periplo de Ojinaga siguió los pasos del gabinete de Aguirre en su éxodo por las Encartaciones para finalizar en Santander, donde es detenido en agosto.
Una vez en prisión, tras juicio sumarísimo celebrado en el mes de septiembre, es condenado a muerte acusado por el juez instructor, comandante Montero, de “Auxilio a la rebelión, con la agravante de peligrosidad y la trascendencia de los hechos realizados.”
Fue fusilado el 18 de diciembre de 1937. Junto a él, ese mismo día y en el mismo lugar, compartieron el mismo funesto destino otros insignes personajes del ámbito militar que también habían servido al Gobierno de Euzkadi, como los coroneles Gumersindo Azcárate y Daniel Irezábal, así como el comandante Ernesto Lafuente, jefe de Estado Mayor.
TOMÁS MENDICOA LANZAGORTA (1907 – 1984)
Aunque nació en México D.F., pronto arribó a tierras vascas. Estudió medicina en Zaragoza y Salamanca, especializándose en otorrinaringología. Antes de la guerra trabajó en el hospital de Basurto. Al estallar aquella se unió al cuerpo sanitario del Ejército de Euzkadi. Desde el inicio del conflicto se adhiere a la defensa de la República, de hecho, el 21 de julio ingresaba en la sanidad militar, actuando desde el frente de Gipuzkoa hasta el de Asturias, pasando de la graduación de teniente a la de capitán para acabar ostentando el grado de comandante.
Comenzó su andadura como médico del batallón nº 31 “Zabalbide”, en el que también estaba integrado como miliciano su hermano Baldomero. Este batallón, comandado en un principio por Ricardo Gómez y compuesto en su mayoría por gente cercana a Izquierda Republicana, pasó a defender posiciones en el sector de Elorrio en noviembre de 1936. Allí ejercía como teniente médico, encomendándosele la misión, por parte de la jefatura de Sanidad, de hacerse cargo del Hospital de Ganondo situado en la misma villa y, que, a partir de su nombramiento, pasaría a ser considerado hospital de primera línea, como primer centro sanitario al que llegaban los heridos en combate. No debió resultar fácil la gestión de este hospital pues, a finales de este mes, se conmina a Mendicoa para que ponga orden entre el personal sanitario debido a cierta dejadez en el desarrollo de sus labores, amenazando, incluso, desde la más alta instancia sanitaria con aplicar el código militar a quien no cumpliera con sus obligaciones.
Con la ofensiva sobre Bizkaia, , Mendicoa asume el cargo de Comandante médico de la 1ª División, a la que le toco bregar en Mayo del 37 en escenarios complicados como la batalla del Sollube y el Jata. Durante los combates de este último monte está fechada esta carta.
Mendicoa organizó un hospital divisionario, el de Bentades, con personal de la 17 Brigada vasca. Personal escaso, ya que en Mayo pedía un médico, enfermeros y practicantes.
En julio del 37 se encontraba en la zona de Castro Urdiales siguiendo la retirada del ejército de Euzkadi. En agosto es nombrado jefe de sanidad de la 54 División, adscrita al sector de Reinosa, del XV Cuerpo del Ejército. Y en septiembre, ya en tierras asturianas, le vemos organizando, como jefe, los Grupos de Evacuación. A partir de esta fecha se pierde su rastro. Es posible que huyera embarcado en alguno de los navíos de todo tipo que en octubre y desde las costas asturianas transportaron en su huida a dirigentes, entre ellos los vascos que continuaron la lucha, del desbaratado Ejercito del Norte.
Acabada la guerra se encuentra en Francia. El 24 de junio de 1939, desde el puerto de Le Havre, parte en el buque Cuba(2), junto a su esposa Mª Rosario Bacaicoa y otros 82 pasajeros, rumbo al exilio. En este caso Venezuela. El Cuba, tras escalas en Gran Bretaña y la isla de Guadalupe, arribó al puerto venezolano de La Guaira el 9 de julio.

El pie de foto reza: “Los vascos del «Cuba» rodean a Monseñor Salabria, obispo de la Alajueja (Costa Rica).
Fotografía en: http://jazoera.blogspot.com.es/
Llama la atención que entre el pasaje había 10 médicos, sin embargo, era lógico ese destino para esta profesión. El país caribeño se encontraba desarrollando un programa sanitario en las regiones rurales, prácticamente deshabitadas. Para poner en marcha este proyecto necesitaba erradicar las enfermedades de índole tropical, como el paludismo, la tuberculosis, la antiquilostomasis, etc. que afectaban a esas zonas, antes de repoblarlas. Muchos de estos médicos acabarían poniendo en práctica sus conocimientos en un mundo rural con problemáticas sanitarias desconocidas para ellos.
También debían solventar las restricciones de orden político que el gobierno venezolano, presidido por el general López Contreras, ponía para evitar la entrada de ideas comunistas en su país. Por ello los exiliados españoles eran mirados, por parte de las autoridades, con cierto recelo a su llegada.
Mendicoa desarrolló parte su labor en la zona de Táchira, en la región de Los Andes, al Suroeste del país. En estas zonas agrícola-ganaderas participó en las campañas de lucha contra la malaria. También trabajó para la Central Azucarera venezolana.
Mendicoa no volvió del exilio, falleciendo en Caracas en 1984.
EPÍLOGO
Tres trayectorias vitales trágicas y que resumen el drama de una guerra. Personas que dieron un paso al frente en su compromiso en defensa de sus ideas, desde el desarrollo de sus profesiones en el caso de Arenillas y Mendicoa, y desde el plano militar aun no siéndolo, en el caso de Fervenza. Desplegando su labor en las difíciles condiciones que supone una guerra. Un compromiso que, por avatares del final de la guerra y sus consecuencias políticas, cayó en el olvido, obligado por la dictadura franquista. Es el triste sino de los perdedores.
Merece la pena rescatar del olvido personajes que contribuyeron con su esfuerzo a defender unos ideales que, para ellos, encarnaba la defensa de la República. No son conocidos, no son esos grandes nombres que llenan los libros de historia de la guerra civil, llevaron su trabajo y su esfuerzo desde el anonimato. Sirvan estas líneas para tributarles un pequeño homenaje.
Plácido Ugarte
(1) Francisco Fervenza fue un destacado militante de la CNT de Cantabria. Combatió en Cantabria, Burgos y Asturias antes de recalar en Bizkaia con el grado de comandante-jefe de la 2ª Brigada de Santander. Con la caída del frente norte siguió combatiendo, al mando de diversas unidades, en diversos escenarios bélicos como Teruel, Levante y Extremadura. Detenido en el puerto de Alicante al finalizar la guerra, sufrió cárcel hasta el año 1945. Cuando salió de prisión aun desconocía el trágico final de su hermano.
(2) Este navío partió gracias a las negociaciones del Gobierno Vasco en el exilio, en las personas de Jesús Mª Leizaola y el director de inmigración Julio Jáuregui, con las autoridades venezolanas.
- Fuentes
- IRARGI.
- Blog “Las Merindades en la memoria”.
- Centro Documental de la Memoria Histórica. Salamanca. Documentación de los archivos P.S. Bilbao, Santander y Gijón.
- Bibliografía
- Cuatro derroteros de la guerra civil en Cantabria. J. Gutiérrez Flórez – Enrique Gudín de la Lama. J. Gutiérrez 2007.
- Guerra civil en Cantabria y pueblos de Castilla. Jesús Gutiérrez Flórez. Libros en red.
- Gudaris y rehenes de Franco 1936 – 1943. Diarios. Ed. Alberdania. 2006.
- La sanidad militar en Euzkadi. Euzko Jaurlaritza. 1937.
- Artículos
- Jazoera.blogspot.com
- Los médicos del exilio republicano en Venezuela. José F. Tinao Martin – Peña. HAOL nº 7.
- Las Brigadas Asturianas y Santanderinas en el frente vasco. Francisco M. Vargas Alonso. Eusko Ikaskuntza. 1997.
- Médicos vascos exiliados en América en 1937. A.Ercoreca. UPV –EHU.
- Vuestro y de la causa obrera. Juan Ramon Garai Bengoa. Gara. 2004.