Cuando nos dedicamos al rescate de la memoria de los terribles acontecimientos vividos en la pasada guerra civil española, uno de los trabajos más satisfactorios, a la vez que doloroso, es el de la recogida de los testimonios de aquellas personas que vivieron aquellos funestos sucesos. Cada vez son menos los protagonistas que lo vivieron luchando en cualquiera de los dos bandos, nos queda sacar del olvido los testimonios de aquellos que lo sufrieron siendo niños.

Este es el caso de Dionisio Rentería, niño en la guerra, que vivió de manera trágica aquellos días y que lo hizo por diferentes escenarios, arrastrando las penalidades de un refugiado.
Nació en Mundaka el 11 de Octubre de 1924. Con seis años se traslada a vivir a Basauri, populosa localidad cercana a Bilbao, al quedar huérfano de madre, junto a sus tres hermanos. El inicio de la guerra sorprende a Dionisio en esta localidad, donde recuerda los camiones cargados de milicianos y gudaris que del Ayuntamiento partían para el frente, algunos armados con simples escopetas de caza pero la mayoría con la simple voluntad de detener al fascismo.
Como las clases se encontraban suspendidas, su padre le envía a casa de una hermana de su abuela que residía en un caserío situado en el barrio mungitarra de Billela, a medio camino entre Mungia y Maruri, enclavada en la Bizkaia rural. La vida se le torna dura, ya que comenzará a conocer lo que son los difíciles trabajos del caserío, calzado con unas simples alpargatas, Dionisio subía a los montes cercanos a realizar trabajos de pastoreo y recogida de leña; aún recuerda los pinchazos que la argoma le producían en sus piernas.
Pero la guerra seguía su imparable progreso y las tropas de Franco se aproximan a la zona del monte Jata(1). Un día que nuestro protagonista se hallaba cuidando las vacas de sus parientes de acogida, observó como un avión se acercaba a la zona donde pastoreaba el ganado, “volaba muy bajo, podía ver al piloto perfectamente” refiere, el ganado salió despavorido y al acercarse a su altura el piloto arrojó una granada de piña cerca de la zanja en la que Dionisio se ocultó para protegerse. No llegó a estallar y, en su inocencia, la recogió y la llevó al caserío donde el marido de su tía abuela, horrorizado, le conminó a que la arrojara al río adonde la echó. Ante la gravedad que suponía la proximidad del frente(2), el padre de Dionisio decide recoger a su vástago y llevarlo de nuevo a Basauri. Sin embargo, los acontecimientos se precipitaban y Basauri también sentía cercano los rigores de la guerra, casi todos los días los pasaba metido en los refugios, sobre todo en el de Bolintxu.

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Nuevo éxodo con su familia compuesta por su madrastra, con la que se había casado su padre al quedar viudo y que aportaba un hijo a la familia, más los tres hermanos de nuestro testigo. Su padre se quedará en Basauri y estará preso de la justicia franquista durante unos meses. Esta vez el destino será Arcentales, localidad encartada, donde se alojará en el caserío de su abuela. Allí también, el conflicto armado se hará sentir rápidamente puesto que la batalla de San Roque o monte Kolitza(3) alcanzará esos parajes vizcaínos, sumiendo la zona en campo de batalla. El caserío donde se alojaba sufrió cercanos los bombardeos al estar localizado en las proximidades de una vía férrea que era objetivo de la aviación y la artillería franquista; “dos bombas cayeron cercanas al caserío de mi abuela, a apenas 30 metros, produciendo dos grandes boquetes que aun hoy en día son visibles” rememora Dionisio. El miedo se apodera de la familia pasando muchas noches metidos en una alcantarilla cercana al caserío, durmiendo sobre hierba seca que acomodaban dentro de la misma.
El frente avanza y con la pérdida de Bizkaia la peregrinación de la familia Rentería prosigue hacia Santander, alojándose en el teatro Pereda, donde las autoridades les dan para comer queso de bola. Al día siguiente son trasladados a Renedo de Piélagos, municipio situado a unos 20 kms. de la capital. Allí son albergados en un chalet ocupado anteriormente por milicianos y que se encontraba infestado de parásitos: “Allí nos llenamos de piojos y, de un cuartel próximo, nos traían un arroz seco, seco… a cada uno un cazo”. También hacían trueque con el jabón que les daban por aceite, cambiándolo en Torrelavega, adonde iban andando.
La inminente caída de Santander(4) en manos franquistas propició la huida de muchos refugiados que se encontraban en ella. La salida natural de aquel contingente humano era la vía marítima y en su puerto se agolparon numerosos ciudadanos que buscaban escapar del infierno que se aproximaba. La familia de Dionisio al completo consigue plaza en un barco inglés que sale del puerto de Santander. Al poco de zarpar, son interceptados por el crucero franquista “Almirante Cervera” que, tras una larga negociación y tras revisar el pasaje, les permite continuar rumbo a Francia.
En el país galo, una vez desembarcados, son enviados a Bayona, centro de acogida de refugiados, donde son examinados sanitariamente y enviados casi de inmediato, por vía férrea, a Caldas de Malavella (Girona), donde son alojados en un balneario(5) situado en dicha localidad. Aquí permanecen durante dos meses, hasta octubre, cuando la madre de Dionisio cae enferma de tifus. Las autoridades sanitarias deciden su traslado a Girona capital para su recuperación, aunque finalmente son acogidos por una familia en Santa Eufemia, localidad situada a escasos kms. de la capital, hoy en día absorbida por la urbe.

Fotografía en: http://getxosarri.blogspot.com.es
En este lugar permanecieron hasta enero de 1939. En Girona la vida para Dionisio y su familia se hizo más llevadera pues el Gobierno Vasco, a través de un economato, repartía alimentos entre los vascos residentes en la zona, lo que provocaba que el excedente de los mismos les sirviera para el intercambio de productos que los catalanes carecían, sobre todo aceite y azúcar.
El derrumbe del ejército republicano con la ofensiva franquista sobre Cataluña(6), va a suponer para Dionisio un nuevo desplazamiento, esta vez el más duro en la odisea vivida por la familia Rentería: el éxodo hacia la frontera francesa(7).
De Girona a Figueres caminando, durante aproximadamente 65 kms., junto a miles refugiados. Pero la tragedia no solo era andar esa enorme distancia, también tenía el drama añadido de los continuos ametrallamientos que la aviación franquista efectuaba sobre aquella caravana de indefensos seres. “…íbamos todos cargados, a mí me toco llevar seis mantas y andábamos noche y día. La aviación nos ametrallaba por la carretera, menos mal que había bastantes pinares y allí nos podíamos guarecer” todavía recuerda Dionisio como si hubiera sido ayer mismo. A medida que la macabra multitud avanzaba, disminuida por los heridos y muertos, iban abandonado multitud de objetos por las cunetas: maletas, ropas, enseres… con el fin de progresar más rápido y ligero y para poder ocultarse con celeridad de los ataques de los cazas nacionales. A Jesús(8), el hermano pequeño de Dionisio, que contaba con tan solo cuatro años, una camioneta de la Cruz Roja lo recoge para llevarlo a Figueras. Una vez allí son incapaces de encontrarlo pese a recorrer albergues, escuelas y hospitales, hasta que lo ven caminando integrado en una fila de niños cuyo destino era la Unión Soviética; al ver a su familia, el pequeño Juan abandona corriendo la fila para juntarse con sus familiares.
En Figueras lo que se vivía era indescriptible, miles de refugiados intentando subirse a los trenes que llevaban a la frontera. Pero a ese horror se añadían los bombardeos de la aviación fascista sobre la estación atestada de gente. Mareas humanas desplazándose horrorizadas cada vez que los bombarderos asomaban por el cielo. A Dionisio le desaparecieron las seis mantas que desde Girona custodiaba, así que en el siguiente bombardeo se ocultó debajo de un tren, guardando las maletas de la familia con la intención de evitar su robo, desde ese refugio improvisado veía los bombardeos que se sucedían sobre la estación.

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Por fin pueden acceder a un tren que les transporta hasta Portbou(9), en esta población fronteriza permanecen tres días, durmiendo en los vagones y alimentándose de harina de maíz. Pese a estar tan cerca de la frontera las sombrías visitas de la aviación franquista eran continuas. El camino hacia el fin del terror de este hormiguero humano era de trescientos metros, distancia que separa la estación de Portbou del túnel del mismo nombre que marca la frontera hispano-gala. Una carrera a vida o muerte pues el recorrido era objetivo de los cazas rebeldes. “Yo tenía 14 años y llegaba fácil pero los niños con sus madres y los ancianos, esos, no llegaban al túnel, allí morían ametrallados, aquello cuando lo recuerdo todavía me dan ganas de llorar” revive con una mezcla de impotencia y tristeza nuestro personaje.
El éxodo de Dionisio continuó en Francia. Una vez en la frontera, la familia es enviada por las autoridades francesas a Rennes, capital de Bretaña, donde sus recuerdos son contradictorios: recuerda la buena comida, pero el alojamiento era en barracones de madera donde paso mucho frio. Además le reubicaron en la zona destinada a soldados, conviviendo con mutilados de guerra y donde cogió sarna y piojos.
La terrible odisea de nuestro basauritarra de adopción llega a su fin al cabo de dos meses de estancia en Rennes, cuando es repatriado junto a su familia.
A la frontera llegó con el miedo metido en el cuerpo después de las experiencias vividas durante la guerra, su paso por el puesto fronterizo va asociado al despojo, pues les arrebataron las pocas cosas de valor que aun poseían. Entraban en la “nueva España”.
Plácido Ugarte
(1) Cima costera situada en las proximidades de Bakio y Maruri. Los combates para su dominio se iniciaron el 14 de mayo de 1937, aunque desde el día 12 la zona ya era bombardeada, acabando el día 19 con su conquista por parte de las brigadas mixtas de Flechas Negras.
(2) Bilbao cae en manos franquistas el 19 de Junio de 1937.
(3) Cima perteneciente a la localidad de Balmaseda. El 30 de junio de 1937 la IV Brigada de Navarra se apoderó del monte Kolitza. Los días 27-28 y 29 de julio las tropas de la 12ª Brigada del Cuerpo del Ejército de Euzkadi intentaron infructuosamente su reconquista.
(4) El 26 de Agosto de 1937 la VI Brigada de Navarra y la División Littorio italiana hacían la entrada en Santander capital.
(5) Se trataría del balneario Vichy, célebre por su agua mineral envasada.
(6) La ofensiva sobre Cataluña se inició a finales de diciembre de 1938 finalizando el 11 de febrero con la conquista del pueblo gerundense de Llivia.
(7) Entre finales de enero y el mes de febrero ceca de 350.000personas huyeron a Francia a través de los pasos de Pertús, Portbou y otros puntos del Alt Empordá.
(8) Como curiosidad, Jesús Rentería llegaría a militar en las filas del Athletic club de Bilbao entre los años 1958 – 1964.
(9) Aproximadamente unos 150.000 refugiados cruzaron la frontera por este lugar.
- Fuente
- Testimonio oral de Dionisio Rentería Aguirresarobe. Basauri 2015
- Bibliografía
- Gudaris. Sancho de Beurko. Editorial La Gran Enciclopedia Vasca. 1977.
- Guerra civil en Cantabria y pueblos del norte de Castilla. Jesus Gutierrez Flores. Libros en red. 2006.
- IRARGI. Sistema Nacional de Archivos de Euskadi.
- Vizcaya. José Manuel Martínez Bande. Editorial San Martin. 1971.
- Museu Memorial de l’Exili. www.museuexlili.cat
- 1937 Los niños evacuados a Francia y Belgica. Jesus J. Alonso Carballés. Asociación niños evacuados del 37. 1998.