El pasado domingo 2 de agosto, fue organizado, por el Ayuntamiento de Busturia (Bizkaia), un homenaje a los fusilados busturiarras durante la Guerra Civil, con la colaboración de la Fundación Sabino Arana. Miembros de Lubakikoak, junto con otros recreadores, tuvieron el honor de ser invitados para rendirles homenaje.
Crónica del evento:
Quedamos con el resto de compañeros de jornada en un punto intermedio, para una vez todos juntos, dirigirnos a Busturia. Al llegar a la zona de la iglesia, donde se realizaba el homenaje, llegó nuestro enlace con el ayuntamiento, recogimos nuestros enseres y fuimos hacia el cuarto que nos habilitaron para prepararnos. Antes de uniformarnos, fuimos a la plaza que esta enfrente de la iglesia y nos indicaron en que consistiría el homenaje, cual seria nuestra labor y nuestra ubicación.
Ya con la información necesaria, nos cambiamos y esperamos a que comenzara la misa, momento en el cual salimos para ponernos en nuestra posición y esperamos. Con el final del servicio litúrgico, comenzaron a salir los familiares y personas que quisieron asistir a la misa, al vernos, muchos se sorprendieron, ya que desconocían todos que participaríamos en el homenaje.
Los familiares agradecieron nuestra presencia y alguno de los presentes se emociono, ya que como descubrimos después para nuestro agrado, eran veteranos gudaris (entre ellos un excombatiente que luchó en la batalla de Sollube y que nos contó todas sus vivencias en esos difíciles momentos).
Después de que los familiares pusieran flores y velas por sus seres queridos en unas fotos, hubo otras actividades (un breve discurso de una edil del ayuntamiento, de los familiares que asi lo quisieron y la izada de la ikurriña por parte de Josu Erkoreka y Juan mari Atutxa). Mientras sucedia la izada de la ikurriña, nos dispusimos en presenten armas, como corresponde a cualquier gudari que se precie al ver su enseña ondeando.
Una vez realizado ese acto, acudimos aún al siguiente punto del acto, que era rendir honores en el monolito cercano, no sin antes parar de camino a este, en una pequeña ermita para que los familiares pudieran dejar allí, los que quisieran, sus velas y ramos de flores.
Retomamos de nuevo el camino, llegando al monolito rápidamente, para una vez allí volver a homenajear a los vecinos que fueron ejecutados en la contienda y después de esta. Una vez acabado el acto, volvimos hacia nuestra zona habilitada para cambiarnos y asi dar por finalizada, nuestra humilde aportación a un día tan emotivo como ese.
Mario Luque